lunes, 12 de marzo de 2018

Un ladrillo más en la pared


Se nos viene!
El tren de información se nos viene. No cambies de canal, haz que la ruedita pensante de Facebook gire el 100% del día mientras lees la mitad de uno de sus titulares, acerca la cabeza a la ventana y escucha el primer bocinazo a las 5:30 de la mañana, sal corriendo a comprar pan porque te quedas sin él si llegas un minuto tarde, vuela a 100kms. Por hora para poder llegar a un trabajo que no te valora lo suficiente, almuerza rápido mientras ves la pantalla de la computadora tratando de ver que necesitan de ti y resolviendo todo en tu hora de descanso, vuelve a trabajar hasta las 9pm, aunque cuando firmaste el contrato te dijeron que sí o sí salías las 5pm, regresa a casa para ver a tu familia (y hasta al perro) dormir, date una ducha rápida con la poco agua caliente que queda porque llegaste tarde y cuando estás listo para meterte a la cama, llega la llamada de un compañero de trabajo 10 años menor que tú diciendo que está en alguna discoteca, a ver si te das un salto para conversar del trabajo entre cervezas.
Si se parece un poco a la vida es porque es real, es lo que pasa.
Ha salido una nueva banda en la radio que es buenísima y recomendada por todos. Lo único que piensas es que si no la pasan en el dial que escuchas todas las mañanas mientras navegas por el mar del tráfico, entre los 30 minutos que te toma llegar al trabajo (que a pie te toma 3 cuadras), entonces no la vas a conocer. Porque no te mandas para ir por otra ruta, porque las calles son peligrosas, porque tus ventanas siempre están cerradas y el aire acondicionado a full.
Ajá.
Y toda la plata que gastas en tus gustos (libros que no lees, música que no escuchas, teléfonos que nunca terminas de usar por no conocer el lenguaje, la guitarra que compraste tan cara y que está colgada en algún cuarto, y un largo, larguísimo etcétera) nunca la gozas y todo lo que te hace feliz está bien empolvado en un rincón del corazón.
Ah, la vida.
Pues…no.
Ésa es la vida que te regala el tren de información desde una caja boba.
Entonces, después de unos milagrosos 3 minutos y medio de sentarme y pensar que quiero hacer el resto de ella, apago los 5 televisores de casa, cierro mi cuenta de fb, decido perseguir un sueño (cualquiera que me haga feliz – no tiene por qué ser uno solo), elimino el 80 por ciento de mis contactos de teléfono, renuncio porque me da la gana, llego a casa a las 11 de la mañana recién con el pan, le sonrío a mi esposa que me observa de manera extraña, la abrazo un rato, abro uno de los cientos de libros que compré, enchufo la guitarra a mi parlante más estridente, saco al perro a pasear a cualquier hora del día y por fin respiro un aire que sí me gusta, que no es para todos, pero para mí funciona.
No hay nada que no pueda hacer cuando la televisión está apagada, la radio suena bajito, la imaginación sale a volar y mi sonrisa es real desde donde se me mire. La vida recién comienza a los 40.