sábado, 22 de diciembre de 2018

Hoy y ahora.


No recuerdo bien la fecha, pero sí el sentimiento. A todas luces y ante todos, mi inseguridad afloraba una vez más. Que no había hecho esto, que no había terminado aquello. Una pequeña y delicada manito se aferraba a la mía. 
Cuando se malogró la lavadora, pasaron semanas sin poder lavar; cuando arreglamos la lavadora nos faltó el detergente. Cuando tuvimos el detergente, se me olvidó pagar la luz. Cuando pagué la luz y conectamos todo de nuevo, la electricidad vino tan fuerte que malogró nuevamente la lavadora. Una pequeña, pequeñísima mano se aferraba fuerte a la mía. 
El día que me dí cuenta que dormía sin alguien al lado me sentí muy solo y bajé al comedor a comer algún recalentado. Subí y prendí el televisor para que me haga compañía (aunque sin volumen) y ví mi reflejo azul en la pantalla en contraste con la noche y un pequeño atisbo de asma. Eran las 3 de la mañana. Y no tenía mi inhalador. Me quedé despierto respirando despacio hasta que no pude contener más el dolor de pecho y salí a las 6am. a buscar una farmacia de turno. Otra vez, sentí a esa pequeña mano agarrándome fuerte los dedos de la mano.
Alguna vez me quejé de lo poco que ganaba tocando de un lado a otro o en un estudio; no podía arreglar la dirección del carro, que se había arruinado. Tuve que empezar a ir en bus nuevamente con la falsa esperanza de poder ver a algún conocido de un ex trabajo o universidad y pedirle que me lleve un poco más cerca a mi destino pero, ...qué digo? Si conociéndome lo poco que me conozco estoy seguro que hubiera bajado un poco más esa gorra percudida para que no me reconocieran y tratar de pasar desapercibido. Hubiera dado la media vuelta y caminar nomás, total, es bueno para la salud aunque el asma diga lo contrario después de unas cuadras...luego, un leve movimiento en una pequeña manito delicada me vuelve a hacer sentir el hoy, el ahora. ¿Y qué fue de esa vez en la que no defendí a mis hermanos por cobardía, acusándolos de algo que no habían hecho para yo poder salir libre del pecado? ¿Cómo me veían ellos ahora, tras el pasar de los años, con heridas que no cerraron por cosas que dije y nunca quise decir? ¿Cómo disculparme tras tantas malas decisiones y profesarles el amor que siempre han merecido con nada más que palabras? ¿Cómo no abrazarlos hoy sin un sentimiento de culpa reprimida por haberles fallado siempre? ¿Cómo decirles que los amo con toda el alma? Una pequeña mano se aferra a la mía. 
Y cómo olvidar la preocupación de mis padres al no querer hacer nada establecido porque mi corazón palpita aún ahora en sostenidos y bemoles que no puedo explicar? ¿Cómo compensar el esfuerzo, el trabajo, la dedicación y la fortuna que se gastaron en mí para no ver ningún fruto? (Ningún frut....ningú.....) de repente, la manito otra vez.
Miro hacia abajo y él está allí, mirándome y, sin proferir palabra alguna, sonríe. Y yo me agacho y lo miro directamente a los ojos. Sonrío. 

Sí. 
Esta vez, haré todo bien.