Terminamos de comer y mientras Alicia respondía las preguntas de los abuelos y les decía que estaba tomando todos sus medicamentos, yo estaba entretenido comiendo pan. De repente, vi que sus ojos buscaban mi mirada y entendí enseguida; hora de dormir. Se escuso rápidamente y me agarró de la mano para acompañarla asi que subimos al cuarto, nos pusimos pijama y me eche en mi cama. Ella en la suya. Sacó de debajo de la cama el libro que había pensado leer esa noche y mientras yo esperaba impaciente que empiece me miró y me dijo: “Ven a mi lado. Aquí. Quiero que veas lo mismo que yo mientras leo.” Así que me pasé a su cama.
Abrió el libro y me dio un beso en la frente. Luego me dijo que no tuviese miedo porque ella estaría siempre a mi lado. Entonces yo la miré con extrañeza y le dije “miedo de qué?” ..ella solo me miró y me repitió que no tuviese miedo. Pero eso me dio miedo.
Empezó a leer:
“Érase una vez, o tal vez, dos veces, que las cosas que imaginaste se volvieron reales; tan reales que no supiste cuando parar y quisiste seguir jugando sabiendo que el final podía ser peligroso. En la boca del mundo entraste solo para salir momentáneamente a respirar un aire que ya no es completamente tuyo…comparte, comparte porque es más difícil el trecho ahora que conoces el laberinto de tu mente inestable…”
“Quiera que no, quiera que sí, el conejo y su bisturí, el gato que mira hacia ti…compañeros de historia en tu fresca memoria; nuevo viajero bajo mi sombrero! presencia inocente en el ambiente; corazón fiel, valiente escudo que necesitarás para poder recorrer el camino de caos que espera que leas como nunca has leído; visita inesperada pero carta bien jugada! Comencemos el viaje sin llevar equipaje porque el regreso no es certero cuando caes por el agujero….”
De pronto nos vimos transportados a un mundo inimaginable, lleno de un aire siniestro (es como lo recuerdo, al fin) y tenebroso. “No tengas miedo” dijo ella – “recuerda que estás conmigo”…pero si yo recordaba que estábamos juntos leyendo…¡¿cómo terminamos aquí?!?
Las colinas parecían moverse solas en un vaivén sin ritmo ni compás; en el aire, volaban maquinarias en forma de zancudo botando un líquido verde y espumoso por donde pasaban aniquilando los árboles…”Por aquí!” dijo un …conejo?...”Por aquí! Deprisa!” Alicia me agarró de la mano y me llevó todo el camino corriendo como si hubiera estado en este horrible lugar antes. Yo no podía hablar mientras más paisajes macabros veía, solo sé que estaba muy asustado y miraba al cielo y luego al cielo para ver si es que no estaba soñando. Saltamos, corrimos y no paramos hasta llegar a un árbol inmenso de hojas secas llenas de gusanos…El conejo que estaba delante nuestro abrió el reloj, vociferó “ebra aroha” y el árbol abrió un agujero por el que caímos hasta una mesa acolchada pero llena de polvo. El conejo miró hacia donde estaba Alicia y le dijo “volviste nuevamente”. Ella sólo lo miró. “Trajiste a un amigo” volvió a decir el conejo. Rápidamente me olió y se presentó. “Mi nombre es Cagliostro el Conejo”. Yo respondí tímidamente un hola mientras me escondía detrás de la falda de mi querida Alicia. Ella me indicó que no tenga miedo que el conejo era uno de los nuestros. “De los nuestros?” – dije yo- “¿Qué es esto, en donde estamos, como llegamos, que pasa aquí?”.
“Todo a su tiempo” – dijo el conejo- “Todo a su tiempo….”.