Se acercaban las navidades y yo
hacìa el recuento de regalos en mi cabeza; miraba el inmenso árbol lleno de
regalos y trataba de adivinar en cual encontrarìa a mis amados Beatles en
cassette o tal vez al muñeco de superhéroe que había pedido…para esto, nos juntábamos
todas las navidades alrededor del mejor árbol de todos los tiempos en la casa
de mi abuelita y mis padres y tìos tenìan ya servida la mesa mientras nosotros revoloteábamos
entre los sillones, riendo, jugando a las escondidas, demasiado eXcitados como
para dormir. Y asì, el reloj marcaba las doce y bum! A abrir los regalos.
Luego de hacer trizas los papeles
me rodeaban un snorkel, un pijama, calzoncillos, un carrito y un buzo…veìa
debajo de los papeles, miraba a mis padres como diciendo ¿! Eso es todo!? Y luego
echaba a llorar como un perfecto niño malcriado. Que pasò con mis Beatles, carajo?
Y de repente, con una simple
sonrisa y guardando el regalo para el final se acercaba mi tìa. “Espero te
guste”. Y no se como, ni de dònde, ni cuando pero yo solo veìa el regalo
envuelto en un perfecto papel de spider-man y de repente dejaba de llorar
deslumbrado y despegaba despacito cada cinta scotch para no arruinar ni
siquiera la envoltura y…ahì estaba.
El regalo perfecto.
La tìa perfecta.
Ante mì se abrìa uno de los
regalos que pedìa en esa eXacta edición, carísimo, super difícil de encontrar…ahì
estaba. Me lo habían regalado. Y yo miraba a todos y me disculpaba con todos y
entonces ella venìa a abrazarme y a decirme pórtate bien la pròXima vez.
Carajo. La navidad perfecta acababa de empezar. Con leche caliente, pure de
manzana, pavo y con algún superhéroe en figura de acciòn al lado que me
acompañarìa todo el verano.
Luego sería mi tìa la que me
acompañarìa a través de las pésimas notas del colegio, de mi rompimiento con
antiguas novias, y de sus espectaculares consejos que siempre tratè de seguir
al pie de la letra; no siempre pude. Pero entendí que el cariño con el que
buscaba para todos nosotros el regalo perfecto era una caza, un reto final cada
año y en los cumpleaños…. y en fechas no programadas. Como el dìa que lleguè
tarde del trabajo después de haber roto con otra chica y me esperaba un libro
de spider-man en la cama. Perfectamente envuelto y con una notita como plus.
30 años màs tarde esa misma tìa
sigue entrando a mi cuarto, revisando mis libros y cd`s, preguntando que falta
en la colección y corrigiendo mis errores de hombre con un suave “carajjjo como
no hagas lo que te digo…” Y luego se echa a reir conmigo y me siento querido y
protegido siempre mucho, mucho màs que si un superhéroe estuviese al lado mìo
tomando chocolate caliente.
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