lunes, 9 de septiembre de 2013

Lectura del no tan santo lector


Hace aproximadamente 20 años, los escritores norteamericanos descubrieron la fórmula del “bestseller” para aquella masa de lectores que, confundidos entre palabras que no entendían, optaban por libros de lectura fácil. Poniendo de lado a Stephen King (escritor de culto Americano en el género de terror; “Cujo”, “Bag of Bones”, “It”, “Misery”, “Needful things” y “Pet Semetary” son algunas de sus obras) teníamos que EEUU, en literatura entretenida y amena, no había dejado casi nada con la sola excepción de Edgar Allan Poe. Entonces, aparecieron escritores como Eric Van Lustbader, Dean Koontz  y Sydney Sheldon quienes se encontraron con el lector norteamericano que detestaba una lectura demagógica, que no quería sentirse inferior al leer a un aclamado escritor cuya terminología era inmensamente superior a quien era presa de su último libro, que no necesitaba una descripción al milímetro de cómo vestía el personaje principal de la obra (cuya descripción tomaba hasta 4 páginas)…no, lo que el lector promedio pedía era lectura fácil.
Adiós, Moliere, Camus y Dostoievsky. Adiós Milton, Arguedas y Shakespeare.
Hola Dan Brown.
Y antes de que esto parezca una crítica sin sustento con tufo a erudito, tengo que decir que a todos los leí en su momento y no tengo nada en contra de una lectura fácil, ágil y veloz. Pero me da la impresión de que, habiendo espacio en este mundo para todo tipo de lector y, sobre todo respetándolo, nos hemos visto envueltos en una vorágine de escritores que no tienen un mensaje nuevo y que solo adaptan situaciones en un contexto actual para que el contenido parezca “fresco”. Si quiero leer a un desadaptado o a alguien que busca su propio camino prefiero retroceder a Kerouac o Salinger (que tan bien lo dijeron y con menos palabras) antes que perder el tiempo con Bayly; si quiero aprender sin dogma leeré siempre a Mandino antes que a Coelho;  si quiero entender al  pueblo latinoamericano y sus costumbres ahí están García Marquez y Bryce Echenique antes que Vargas Llosa y si quiero entretenerme de verdad existen lecturas ligeras como las de Stieg Larsson o Carlos Ruiz Zafón antes que terminar leyendo la saga de New Moon. Y es que debemos ser selectivos ya que en algún momento de la vida nos damos cuenta que no podremos leer todo lo que quisiéramos. El orden natural de las cosas lo imposibilita.
El fondo es preocupante; no hay nada nuevo bajo el sol? Nada nuevo que decir y no agregar? O soy yo quien está leyendo libros sin mayor contenido original? No pido un Dumas y tampoco un Verne porque me es imposible considerar que existan en estos tiempos autores tan originales. Pero, en el fondo, me encantaría encontrarme con un Dumas o un Verne de nuestra época.
Los clásicos, poniendo en perspectiva la originalidad y la creatividad de sus autores, siempre serán los mejores libros y los recomendaré hasta mis últimos días. Por poner un ejemplo real, he terminado de leer un libro de 500 páginas hace una semana y no puedo recordar ni al autor ni el título de la obra…! Ojalá que venga algo nuevo que nos conmueva o nos haga pensar y reaccionar y finalmente me quite este deseo de admirar a alguien de mis tiempos como admiro a quienes ya no están. La nostalgia en la literatura, no sólo vende por nostalgia señores: vende, también, por contenido, verbo y adjetivo.
¿Es que el haber descubierto que escribiendo de manera ágil y amena el contenido se disuelve en pocas páginas y no completa la idea  que podíamos tener de algún personaje y su actuar? ¿Es que al tratar de escribir un best seller se deja de lado la imaginación y se da paso a una especie de fórmula y/o estrategia de marketing? ¿Nos vuelve menos incisivos el hecho de terminar lecturas sin un fondo determinado? ¿Somos presa de una sociedad en donde la literatura ha pasado a ser solo un evento de redes sociales o de moda?
Es necesario que los escritores contemporáneos saquen de nuevo su máquina de escribir, coloquen una hoja en blanco en sus narices y la miren fijamente por más de 15 minutos. Es necesario que nosotros esperemos pacientes el próximo contenido de alguien que nos haya deslumbrado por ser realmente original. La confianza entre el escritor y el lector debe volver a nacer porque pocas cosas (por parte del lector) son mejores que terminar un libro con una sonrisa o un pensamiento/acción.  Si esto ocurre el escritor se dará por bien servido.
JC
 
* 2da foto biblioteca gettyimages.

No hay comentarios:

Publicar un comentario