No sé qué fue de la loca esa.
Desapareció tan pronto como llegó a la cuadra vendiendo sus manzanas. No sé,
como que me había acostumbrado un poco a ella. Es más, la buscaba para
comprarle alguna fruta y siempre me daba más que eso; una historia de su familia,
algo de la etapa de Séneca antes de que Nerón lo mandase matar, el lío del
Vaticano allá por el ´98…es decir, la vieja leía. Y sabía. Sabía mucho más de
lo que aparentaba. La última vez que la ví, me sonrió y me indicó que mi carro
no encendería esa mañana. Cuando fuí a probarlo, efectivamente, no encendía.
Cuando volteé a verla me dijo sonriendo que ayer, que había llegado borracho de
una fiesta, había olvidado apagar las luces. Y claro ella, en vez de tocarme el
intercomunicador para avisarme que mis luces estaban encendidas, optó por no
despertarme porque yo estaba acostumbrado a bajar recién a las 12 del día lo
que a ella le indicaba o que era un vago o que trabajaba de noche. O las dos
cosas.
En cierta forma, sabía como
ponerme de mal humor. Le parecía gracioso. Y lo más peculiar era que sólo me la
hacía a mí. Nunca la ví burlándose de más gente que yo. Era su víctima diaria
pero, al final, siempre me regalaba una buena historia que me hacía pensar. Y
una manzana, que siempre mordisqueaba y de reojo veía para ver si me había
tocado un gusano o si estaba envenenada. Pero no era veneno lo que tenía…la
verdad sabían deliciosas. Siempre.
La mañana en que dejó de aparecer,
bajé tarde. Tal vez esté enferma–
pensé. Mañana la veré.
Llegó el siguiente día y…nada. Y
el siguiente. Y el siguiente.
Nadie supo nada más de ella. Nunca
más apareció. Temí lo peor pero, por alguna razón, también lo mejor. Tal vez se mudó a una esquina en donde la
quieran y aprecien más. Tal vez debí ser mejor persona con ella. Tal vez fue solo
alguna prueba que no pasé.
La verdad es que la recuerdo siempre, como algún recuerdo agridulce de niñez como cuando salías para una fiesta vestido y limpio solo para encontrarte con los amigos en una esquina y uno de ellos te perseguía con la manguera para mojarte y tú estabas entre molesto y alegre corriendo hacia otro lado.
Chau vieja. Regresa pronto. Con tus manzanas con sabor a aprendizaje.
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