domingo, 3 de mayo de 2020

Preámbulo


Preámbulo:

Ah.
 Long time no see.
  Te estabas convirtiendo en uno de esos que ante un tiempo de sequía deja de cosechar para siempre. Pero yo estaba siempre tocando por la puerta trasera. Eras tú el que no quería abrirme. No te culpo. Bien no nos ha ido siempre ¿no? Es más culpa mía que tuya ¿sí? Por ahí va la explicación ¿eh?
La verdad es que te he estado observando, sigilosamente. Y te has metido entre cuentos y revistas; apagaste de lleno el televisor y limpiaste la vieja máquina de escribir.  Tomaste un vino (tú que no tomas) y disfrutaste de la familia mientras mirabas de reojo el piano, la guitarra, el bajo, las viejas computadoras. Y pagaste a tiempo el internet. Mira tú. ¿Será que tienes ganas de empezar algo nuevamente? No soy yo la que dirá que no, sabes que siempre estoy lista. Pero el traje completo sólo te lo puedes poner tú.
¿Ves? Tan mal tampoco te queda el traje.  Y lo siento en el aire, no a todo esplendor todavía porque tienes que tomar un poco más de vino mezclado con la confianza que te caracteriza cuando tus sentidos están enfocados en algo que te apasiona. Eso, viene con el tiempo. No toma mucho, no. Esbozas esa pequeña sonrisa de lado que te hace cómplice de alguna aventura que tramas en silencio y en secreto. Ah, sí. Allí está. Empieza a tomar forma. Qué bueno.
Has aprendido que las condiciones necesarias no siempre están a la mano aunque tienes más de lo que necesitas en ciertos casos. Y lo valoras. Eso es una gran fuente de inspiración que no siempre se manifiesta aunque el motor está encendido. Pero tienes que arrancar, darle uso, si no la batería termina por bajarse por nada. Así que ordena tus ideas, los diálogos, los personajes, las experiencias y tírate un chapuzón pronto. Es necesario para ti. Ya no reniegues. Volver a respirar aire fresco (ése que te hace sonreír pese a todo) hace que des un primer paso. Trata que no sea en falso.
Habla con la noche de la noche. Siéntate a conversar un rato con alguna guitarra, ellas siempre te escuchan. Sintoniza el sentimiento con el pensamiento. Y escribe. Escribe, que este papel no se va a acabar. Lo único que se acaba es el tiempo. Pero también te acompaña, sobre todo en el silencio de tus días ¿o no? Calcula la palabra perfecta en la oración correcta para que el impacto sea mayor y que este pequeño preámbulo sirva del gran impulso que haga correr vida entre tanta fantasía. Pinta de colores aquellos números, notas, hojas y no te distraigas tanto con cosas que te gustan pero que no hacen de tí alguien que necesita expresarse. Crea, construye, descubre, practica, respira y sonríe de vez en cuando por dentro. Yo estoy aquí, siempre, a tu lado, mirando que haces y acompañándote. Nunca me fui, me dejaste ir por mucho tiempo pero, bueno, otra vez juntos ¿no? Por enésima vez ¿si? Anda sírvete un café que yo te espero para ver qué podemos hacer ¿eh?

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