Llegué a
casa temprano ese martes por la tarde porque había caído en cuenta que pronto
tendría la visita de mi suegra y eso me dejaba poco espacio para poder
relajarme en el cuarto que acondicionaba religiosamente todos los años para ella
en fechas festivas. Coraline balbuceó esas palabras harto conocidas en
Diciembre: “Viene mi madre. Ya sabes qué hacer con tus muñequitos y revistas.”
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“Bueno, hablé con Jenkins y me
dijo que podíamos ir a averiguar si hay viejas autopartes y artefactos antiguos en el vecindario
donde está ubicada la mansión. Hemos tenido suerte antes en las zonas aledañas
así que su respuesta fue inmediata. Le pregunté qué tipo de autopartes era en
las que más interesado estaba y me contestó que de todo, desde bujías hasta placas
decorativas ya que en un negocio de venta de autos de segunda mano todo sirve
hasta que se cae. Cuando me retiraba, le pregunté si alguna vez había escuchado
alguna historia sobre la vieja mansión que se ubicaba en la zona en la que
íbamos a tratar de comprar repuestos usados. Me contestó con cara de “qué
sigues haciendo aquí, estamos perdiendo dinero” así que salí inmediatamente.”
“Ok entonces” – soltó un
entusiasmado Patrick, “nos vamos. En tu carro o en el mío?”
“En ninguno”-contesté. “Nos vamos
en el metro. Así tendré tiempo para leer nuevamente ese periódico tuyo, lo
tienes aquí verdad?”
Collins estaba seguro de que hoy
era el día de su gran triunfo. Había esperado lo suficiente, había ahorrado un
poco más de la cuenta. Bebió su café de madrugada pero esta vez le echó 2
cucharadas de azúcar. “Perfecto, perfecto”- pensó. El banco estaría abierto en
sólo unas horas y el estaría listo para ser dueño de una vieja casa que nadie
quería, que no se había vendido en años, que necesitaba demasiada plata en
refacciones y que no ameritaba esfuerzo alguno de ninguna constructora para
poder invertir en ella. Ésa era la obsesión de un sujeto que no gustaba de
hablar, de compartir o de contestar a las preguntas que se le hacían. La
felicidad estaba a sólo unas horas. El traje estaba listo para ser usado y la
noche empezaba a convertirse en un día plenamente gris y maravilloso. Miro al
lado de su taza de café y, detrás de la vieja silla, se encontraba un recorte
de periódico enmarcado. En letras grandes se leía “Meteoro descubierto en vieja
casona”. Sonrió y saboreó nuevamente un glorioso café.
“Alguna vez les conté sobre mi papá? El siempre leía estos
libros de ciencia ficción con una cerveza helada y tenía muchos en una
colección que poco a poco fue haciendo. Recuerdo que las portadas de las
revistas eran fascinantes, llenas de alienígenas y monstruos y cosas así, que
se yo, era solo un crío y me encantaba verlas. Aunque no leí ni uno de esos
libros. Cuando el murió, heredé todos los libros y los mantuve en casa por
varios años hasta que los vendí a “Near Mint” y..qué irónico. Ahora trabajo
allí con ustedes, holgazanes. Je.”
Le echamos la mirada cómplice y prosiguió: “Recuerdo un libro
que me llamó mucho la atención, en la portada se veían unos tentáculos que se
movían por sí mismos y aterrorizaban a una población que salío despavorida por la
calle. Bueno la cuestión es que les menciono esto porque quería saber si alguno
de ustedes alguna vez vió esta colección cuando eran pequeños, hace como 30
años de esto….”
“Sí, la recuerdo!” – dijo Patrick- “No exactamente el número
que mencionas pero yo ví varios ejemplares a la venta cuando era chico y leí
uno que otro número de ellos y, es más, hasta alguna vez les escribí
saludándolos y pidiendo que la publicación sea más seguida…eran excelentes! Aún
conservo uno que otro ejemplar en casa, si quieres te los presto…”
“Eso sería genial! Bueno…estamos cerca del lugar…todos
listos con sus antorchas y máscaras?”
Nos reímos y bajamos tan pronto
frenó el bus.
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