viernes, 4 de octubre de 2013

Manzanas?

No sé qué fue de la loca esa. Desapareció tan pronto como llegó a la cuadra vendiendo sus manzanas. No sé, como que me había acostumbrado un poco a ella. Es más, la buscaba para comprarle alguna fruta y siempre me daba más que eso; una historia de su familia, algo de la etapa de Séneca antes de que Nerón lo mandase matar, el lío del Vaticano allá por el ´98…es decir, la vieja leía. Y sabía. Sabía mucho más de lo que aparentaba. La última vez que la ví, me sonrió y me indicó que mi carro no encendería esa mañana. Cuando fuí a probarlo, efectivamente, no encendía. Cuando volteé a verla me dijo sonriendo que ayer, que había llegado borracho de una fiesta, había olvidado apagar las luces. Y claro ella, en vez de tocarme el intercomunicador para avisarme que mis luces estaban encendidas, optó por no despertarme porque yo estaba acostumbrado a bajar recién a las 12 del día lo que a ella le indicaba o que era un vago o que trabajaba de noche. O las dos cosas.
En cierta forma, sabía como ponerme de mal humor. Le parecía gracioso. Y lo más peculiar era que sólo me la hacía a mí. Nunca la ví burlándose de más gente que yo. Era su víctima diaria pero, al final, siempre me regalaba una buena historia que me hacía pensar. Y una manzana, que siempre mordisqueaba y de reojo veía para ver si me había tocado un gusano o si estaba envenenada. Pero no era veneno lo que tenía…la verdad sabían deliciosas. Siempre.
La mañana en que dejó de aparecer, bajé tarde. Tal vez esté enferma– pensé. Mañana la veré.
Llegó el siguiente día y…nada. Y el siguiente. Y el siguiente.
 
Nadie supo nada más de ella. Nunca más apareció. Temí lo peor pero, por alguna razón, también lo mejor. Tal vez se mudó a una esquina en donde la quieran y aprecien más. Tal vez debí ser mejor persona con ella. Tal vez fue solo alguna prueba que no pasé.
La verdad es que la recuerdo siempre, como algún recuerdo agridulce de niñez como cuando salías para una fiesta vestido y limpio solo para encontrarte con los amigos en una esquina y uno de ellos te perseguía con la manguera para mojarte y tú estabas entre molesto y alegre corriendo hacia otro lado.
Chau vieja. Regresa pronto. Con tus manzanas con sabor a aprendizaje.

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