domingo, 17 de noviembre de 2013

Jesús, el de la cruz III


HASTA LA CONVERSIÓN DE CONSTANTINO, LOS CRISTIANOS ERAN EL ALIMENTO DE LOS LEONES Y ERAN CRUCIFICADOS Y QUEMADOS VIVOS. ASÍ, CUANDO LLEGABA LA NOCHE, ILUMINABAN LOS CAMINOS (Tácito).

Pero, ¿para qué inventar esta historia en particular, a menos que haya algún fundamento para ella- tanto en el recuerdo de las palabras de Jesús o en la experiencia de los seguidores en la tumba y después? “Una vez que el hombre ha muerto y el polvo ha exprimido hasta su sangre no hay resurrección.” Dijo Aeschylus Apolo. N.T.Wright anota que varios ancestros pueden haber creído en la inmortalidad del alma y una supuesta vida mítica en el inframundo, pero las historias sobre Jesús no tuvieron un paralelo directo. Y mientras los judíos creían en una resurrección general como parte del Reino, Wright añade que “en ningún lado cercano al judaísmo existe un reclamo avanzado que diga que la resurrección le ha pasado a algún individuo en particular.”

La originalidad de la historia de la resurrección de Jesús discute que la tradición es más bien histórica que teológica. Bien por la “revelación” de un Jesús que e ha levantado entre los muertos o por el reportaje de sus primeros seguidores, Pablo recibe la tradición de la resurrección como un punto nuevo en la historia de la humanidad, un momento en que nada posterior sería igual. “Si Jesús no se levantó, entonces nuestro pregonar es en vano y su fé también lo es…”-escribe Pablo.” Te contaré un misterio. No todos podremos dormir, pero todos podremos cambiar en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, cuando suene la última trompeta.”

A esta distancia, algunos pasajes se juntan y tienen un brillo victorioso en ellos pero Jesús puede confundir y por ende, su prédica y vida es un forzoso dictamen hacia los primeros creyentes, a convertirse en maestros de la improvisación teológica. Primero, el Reino no se materializó durante la Pasión de Jesús, forzando a los cristianos a esconderse –por lo menos a los hombres. Después vino el mítico tema de la Resurrección. Y luego…nada. Una profecía central predicaba en nombre de Jesús pero su segunda venida en nubes de gloria nunca ha llegado. “En verdad les digo a ustedes”- dice Jesús en Marcos, “que hay algunos parados aquí que no probarán la muerte antes de ver que el reino de Dios sea dueño del poder”.

Aún así, las décadas del primer siglo vinieron y se fueron y el mundo envejeció. Escribiendo los evangelios, y después formulando la doctrina de la Iglesia en el segundo, tercer y cuarto siglo los seguidores de Jesús reaccionaron ante su fracaso haciendo lo que con años de práctica hacían mejor; reinterpretaron su mirada teológica a la luz con la experiencia teológica. Si el Rey del Reino que habían esperado tanto no estaba aquí, entonces la vida de Jesús, su muerte y resurrección deben haber significado algo totalmente diferente. El Cristo que habían buscado en un comienzo no era el Cristo que habían conocido. Su Reino no estaba llegando de manera literal, pero él había creado, según la creencia de sus discípulos, algo nuevo: la iglesia, los sacramentos, la promesa de la salvación en el último día-cuando quiera que este sea. El cambio del énfasis del corto al largo plazo fue un triunfo esencial. Porque ellos creían que la resurrección de Jesús les había dado la llave al cielo, la hora de la llegada del Salvador no era tan importante ya que valía la pena esperar toda la vida por Dios. Juan el divino evoca la última gloria en su revelación: “Y Dios borrará todas las lágrimas de sus ojos; y no habrá más muerte, tampoco tristeza, ni llanto, y tampoco habrá más sufrimiento: porque las cosas antiguas habrán pasado. Y Él se sentó en el Trono y dijo, miren, todas las cosas son ahora nuevas y las he creado Yo.”

No todos tuvieron la misma visión. Habían muchos grupos cristianos al comienzo, incluyendo a los creyentes Gnósticos, algunos de ellos creyendo que Jesús era más divino que humano. Según el historiador de Yale Jaroslav Pelikan la doctrina Gnóstica se había hecho notar por “la negación de que el Salvador tuviese en algún momento un cuerpo de carne y hueso”. Ignacio de Antioquía, un obispo del segundo Siglo, discutía ferozmente todo lo contrario, escribiendo que Jesús “en realidad había nacido y comía y bebía y fue perseguido por Poncio Pilatos y fue crucificado y murió…y se levantó realmente de ente los muertos.” Pablo escribió: “Jesús es descendiente de David según el cuerpo y sangre”. Entre los creyentes, la noción de que Dios se manifestase en forma humana y fuese expuesto al dolor y la muerte inspiraron al martirio y el dolor. Escribiendo sobre Roma en la época de Nerón, Tácito reportaba que los cristianos “eran crucificados y después prendidos en fuego así cuando llegaba la noche ellos ardían como antorchas”.

Sin embargo, la fé, intensamente enfocada en Jesús, perduró. “En Jesús Cristo, la Cristiandad le dio a los hombres y mujeres un nuevo amor, una excelente historia y un significado muy rico colándose en los corazones de una densa comunidad” –dice Robert Louis Wilken, profesor de Historia del Cristianismo de la universidad de Virginia. En su libro “El surgimiento de la Cristiandad”, el sociólogo Rodney  Stark calcula que el número de Cristianos subió de mas o menos 1000 seguidores (o 0.0017% del Imperio Romano) a 34 millones en el año 350 d.C. (56.6% de la población total de la época). Stark cree que en cuánto la Iglesia primigenia decidió no requerir que los convertidos se rijan por la ley judía, instantáneamente crearon una religión a la que no le importaba la casta o etnia. Una religión atractiva no solo a cualquier clase de persona sino también a los judíos de la época romana. Los cristianos también se beneficiaron por sus obras de caridad. En una época de plagas, ellos cuidaron de la gente enferma; el emperador Julián odiaba a los “galileos” y su ayuda no sólo de los pobres de afuera sino los de aquí también.” Aquella misión de ayuda atrajo a muchos convertidos así como también el nuevo valor dado por la Iglesia a la mujer. Y por condenar el aborto y el infanticidio, los Cristianos incrementaron en sus filas ya que ellas podrían parir hijos e hijas cristianos.

Los números solo cuentan parte de la historia. Sin importar lo que uno piense del cristianismo, la historia de Jesús dio inicio a una nueva visión del origen y el destino de la vida humana, una visión salida de las raíces de la religión judía. Todos somos creados a imagen de Dios; no hay según Pablo, “judío o griego, esclavo o libre, hombre o mujer; porque todos son uno en Jesús Cristo”. Todos somos iguales, especiales, valiosos. En el mundo cristiano Geroge Weigel dice “no somos polvo de las estrellas ni tampoco un producto accidental de la química del cosmos. No somos solamente algo, sino somos alguien”. La promesa en el corazón de la fé: que Dios, como Athanasius, el padre de la iglesia del 4 siglo dijo: “fue hecho hombre para que nosotros podamos ser dioses”.

Demasiadas preguntas teológicas quedan en el aire, y siempre lo estarán: ¿Acaso Jesús entendía la relación con Dios en la manera en que los cristianos lo hacen ahora? Lucas afirma que sí: El Hijo del Hombre sufrirá muchas cosas y será rechazado…y lo matarán y resucitará al tercer día.” ¿Entendió Jesús la importancia de su rol? Juan afirma que sí: “Yo soy el pan viviente que ha venido de los cielos; si alguien come de este pan, vivirá por siempre; y el pan que daré para salvar al mundo es mi vida de carne y hueso”. ¿Y cuánto de esto es historia recordada y cuánto es inventado por pasión? Es imposible decirlo. Y así permanecerán hasta que los creyentes vean cara a cara a Dios.

Los dejo con un texto de San Agustín, el Salmo 105: “Busquen a Dios y su fortaleza: busquen a su cara siempre”. Mientras la búsqueda sigue para muchos, cada cual con su propio camino y creencia, Pablo ofrece algunas palabras reconfortantes: “Vayan en paz entre ustedes mismos…guíen a quienes dudan, ayuden a los débiles, sean pacientes con todos ellos. Vean de nunca pagar maldad con maldad y siempre busquen hacer el bien los unos a los otros, Alégrense siempre, recen constantemente, den las gracias…aférrense de lo bueno, absténganse de cualquier cosa mala”-sabias palabras para todos nosotros, sin importar nuestras dudas…sin importar nuestra fé.
- Jon Meacham 2005.

 

sábado, 16 de noviembre de 2013

Jesús, el de la cruz II


 

La segunda tradición contaba que los apóstoles, incluyendo a Pablo, creían que Jesús  se les había aparecido a ellos; escribiendo en los primeros años después de la Pasión, Pablo lista específicamente, a testigos oculares vivos, para poder convertir a quienes dudaban que busquen testimonios que corroboren sus palabras. Pablo parece ser muy claro en cuanto a los escépticos encontrando lo que buscaban si leían la historia que él había escrito. Un poco menos claro era lo que debíamos hacer acerca del evangelio descubierto después, aquél que no concuerda. El que habla del descubrimiento de la tumba vacía y las apariciones de Jesús resurrecto. Algunas veces aparece en carne y hueso; otras, puede traspasar paredes. A veces, es instantáneamente reconocido; otras, hasta los mayores devotos y seguidores no comprenden o distinguen con quién están hablando hasta que Jesús se identifica a sí mismo. Lo más seguro es que las historias de la post-resurrección representan diferentes tradiciones en la fé naciente. Los detalles contrastados no ayudan al caso de los cristianos en el campo de la lógica; pero los evangelios sí afirman que la tumba estaba vacía y que los creyentes pensaron que Jesús resucitado se le había aparecido a algunos de ellos de vez en cuando.

Escrito después de Pablo, los evangelios nos hablan de sacrificio, redención y resurrección. Pero qué explica la transformación de los discípulos escépticos, de miedo y preguntas a la claridad y convicción acerca de la tumba vacía y su significado e la historia de la salvación?

Tal vez el recordar las palabras del mismo Jesús. Aunque muchos estudiosos se preguntan acerca del valor histórico de las descripciones de Jesús en los evangelios, los apóstoles tuvieron que llegar a la definición de su misión mesiánica de alguna manera y es posible que Jesús haya hablado sobre esto en su vida- palabras que regresaron a la memoria de sus seguidores una vez que el shock de la resurrección los haya hecho meditar. Históricamente hablando entonces, el cristianismo parece mucho menos una fábula que una fé derivada en parte de tradiciones orales y escritas que datan del tiempo del ministerio de Jesús y sus discípulos. “El hijo del Hombre es entregado a las manos de los hombres, y ellos lo matarán…y después de eso….Él se levantará en el tercer día”. Jesús dice esto según Marcos, quien añade que los discípulos no entendían lo que había querido decir en ese momento y tuvieron miedo de preguntarle.

Que los apóstoles hayan creado esas palabras parece no tener fundamento, ya que sus historias y el consecuente mensaje de éstas forzaban a la credibilidad hasta en esos tiempos. Pablo admitió la dificultad: “…nosotros evangelizamos hablando de un Cristo crucificado, algo que los judíos no entienden y confunde a los gentiles.” ¿Un rey que murió como un criminal? ¿Un ser humano que resucitó? ¿Un ser que se adjudicó el sacrificio mayor? “Esto no es algo que el comité de relaciones públicas de los discípulos hubiesen querido que salga,” dice el doctor Albert Mohler Jr, presidente del Seminario teológico del Sur en Louisville, Ky. “El mismo hecho de la complejidad del mensaje de salvación y su originalidad, creo, habla sobre la credibilidad de los evangelios y sobre el Nuevo Testamento en su totalidad”.

Las palabras de Jesús en la última cena- que el pan y el vino representaban su cuerpo y sangre-ahora tenía mayor sentido: Él era, según la iglesia temprana, una oveja sacrificada en la tradición del viejo Israel. Leyendo las viejas escrituras, los apóstoles empezaron a encontrar las profecías que Jesús había cumplido. Leyendo el capítulo 53 de Isaías, ellos interpretaron a la crucifixión como el portal necesario a un día glorioso: “..fue golpeado por nuestra transgresión, fue herido por nuestros pecados…y con su sangre nos hemos curado”. En el Libro de los Actos, Pedro es capaz de pregonar un sermón en donde Jesús está conectado a pasajes de Isaías, Joel y los Salmos.

El escepticismo sobre la cristiandad se había desperdigado y era entendible; Desde la perspectiva judía, el historiador del primer siglo después de Cristo, Josephus, escribía: “Algún tiempo atrás vivió Jesús, un hombre sabio. Concretó varios actos y era un predicador…ganó los corazones de varios judíos y muchos griegos…y la tribu de los cristianos, llamados de esta manera por Él, hasta ahora no desaparece”. En una referencia separada, Josephus escribe de “Juan el hermano del llamado Cristo”. Un buen judío de la casta predicadora, Josephus no desea darle a Jesús el título de Mesías. En Atenas los filósofos le dijeron a Pablo que explique su mensaje. “¿Podemos saber de qué está hablando con sus prédicas? Ya que usted trae  algunas cosas raras a nuestros oídos…” Lo escucharon, pero la resurrección fue demasiado para ellos. En el segundo siglo, el crítico anti cristiano, Celso, llamó a la resurrección una “pamplina” y dudó del testimonio de aquellos que habían afirmado verlo. “Mientras estuvo vivo nunca se ayudó a Él mismo, pero después de su muerte se levantó y enseñó las marcas de sus castigos y cómo sus manos habían sido clavadas. Pero, quién dijo esto? Una mujer histérica, como la definen ustedes y tal vez alguno que otro que se dejó engatusar por el mismo conjuro, que tal vez haya soñado todo esto y quisiera poder hacerlo realidad…o, tal vez, alguien que quisiera impresionar a otros más por este cuento fantástico…”

viernes, 15 de noviembre de 2013

Jesús, el de la cruz.


Hace mucho tiempo me topé con una Newsweek (revista norteamericana) que explicaba como Jesús se convirtió en el Cristo salvador. He transcrito el artículo para que lo revisen; lo haré en tres partes porque es demasiado largo, aunque bastante interesante desde un punto de vista totalmente objetivo. Habrá quienes estén de acuerdo con él y quienes no pero absténganse a comentar hasta que el artículo esté completo. El artículo fue escrito por Jon Meacham (Newsweek, Marzo 28 del 2005).

Parte I: Cómo Jesús se convirtió en el Cristo Salvador.


La historia, parecía, había terminado. Convicto por sedición, condenado a muerte por la crucifixión, clavado a una cruz en una colina llamada Gólgota, Jesús de Nazareth soportó todo lo que pudo. Según, Marcos, el evangelio más reciente de su época, Jesús, sufriendo y acercándose al final, repitió un verso del Salmo 22, palabras familiares a los oídos judíos del primer siglo; “Mi Dios, mi Dios, por qué me has abandonado?” Hubo un llanto final, sin palabras. Y después el silencio.

¿Por qué me has abandonado? Según los evangelios, ésta era una pregunta para la cual los discípulos no tenían respuesta. En el caos del arresto y la crucifixión, los seguidores de Jesús se habían dispersado. Habían esperado una victoria, no una derrota, aquella primavera en Jerusalén. Si Jesús fue, como ellos creían, el mesías judío, entonces su gran logro hubiera sido la inauguración del Reino de Dios en la tierra, una era marcada por la eliminación del mal, el diseminar de la justicia , la restauración de Israel y la resurrección general de los muertos.

En cambio, ese viernes, justo en el momento en que los discípulos esperaban el arribo de una especie de cielo en la tierra, Jesús, muy lejos de liderar las fuerzas de la luz al triunfo, murió como un criminal. De sus seguidores, solamente las mujeres se quedaron mientras Jesús era desclavado de la cruz, envuelto en un sudario y puesto en una tumba al lado de una colina. Una piedra sellaba aquella tumba y, según Marcos, justo después de que el sol se ponga dos días después, María Magdalena y otras dos mujeres estaban en camino de ungir el cuerpo de Jesús con especias. Sus preocupaciones fueron prácticas y ordinarias: eran lo suficientemente fuertes para mover la piedra a un lado? Mientras se acercaban, sin embargo, vieron que la tumba estaba abierta. Intrigadas, entraron y un joven en una manta blanca-no Jesús- sentado al lado de la tumba dijo: “No se sorprendan; están buscando a Jesús de Nazareth, quien fue crucificado. Él se ha levantado; Él no está aquí, miren el lugar en donde se encontraba”. Absorbiendo estas palabras, las mujeres, según Marcos, “salieron de la tumba ya que el asombro las llenó; y no le contaron nada a nadie porque estaban asustadas”.

Y así, comienza la historia del Cristianismo- en confusión, no con claridad; con misterio, no con seguridad. Según el evangelio de Lucas, los discípulos al principio, trataron  la notica de la tumba como un cuento y no les creyeron a las mujeres. El evangelio de Juan dice que los seguidores de Jesús todavía no sabían que Jesús se levantaría de entre los muertos.

Para muchos seguidores de la iglesia representar a la Pasión, contemplar la cruz y celebrar la Resurrección, la fé puede parecer constante y monumental, cómodamente sin cambio alguno de era a era. En una encuesta de Newsweek 78% de norteamericanos creen que Jesús resucitó entre los muertos; 75% de los mismos creen que Jesús fue enviado a la tierra para absolver a la raza humana de sus pecados. 81% dicen ser cristianos; son parte de la que aún es la fé más grande del mundo con 2 billones de creyentes o 33% aproximadamente de la población de la tierra.

Sin embargo el camino de Gólgota hasta Constantino, el emperador del cuarto siglo cuya conversión aseguró la supremacía de la Cristiandad en el Oeste, fue todo menos simple; el surgimiento de la fé, como  dijo el Duque de Wellington sobre Waterloo fue: “lo más cercano a Jesús que he visto en mi vida”. De la Pasión, a la Resurrección hasta la naturaleza de la Salvación, los principios básicos de la Cristiandad estaban en sintonía de generación en generación mientras los creyentes se esforzaban en comprender la misión de Jesús.

Jesús es un nombre, Cristo es un título. Sin la Resurrección, es virtualmente imposible imaginar que el movimiento de Jesús de las primeras décadas del primer siglo hubiesen durado tanto. Una pequeña banda de devotos podrían haber guardado el nombre en vivo por un tiempo, inclusive insistiendo en su identidad como el Mesías, llamándolo Cristo, pero el grupo hubiese sido solo una de las tantas sectas en el Judaísmo del primer siglo, un mundo aplastado por la guerra cataclísmica con Roma del 66 al 73 después de Cristo, un conflicto que resultó en la destrucción de Jerusalén.

Así que,  ¿cómo exactamente el Jesús de la historia, a quien muchos en su propio tiempo veían como un profeta falso, es visto ahora por billones de personas como el Cristo salvador? ¿Y por qué el Cristianismo triunfó donde muchas otras religiones y movimientos espirituales fracasaron?

Las preguntas tienen más de 2000 años, y sin embargo, en una sociedad culturalmente dividida como la nuestra, un tiempo  en donde los devotos se sienten asediados y los incrédulos se sienten cercados, una reconstrucción del viaje de Jesús, de profeta judío al Salvador de los cristianos sugiere que la fé, como la historia, es casi siempre más complicada de lo que aparenta. Para los religiosos, la lección es que aquellos más cercanos a Jesús aceptaron muy poco a ciegas y, en las palabras del Origen de Alexandria, un padre de la iglesia de los primeros tiempos, “es mucho mejor aceptar las enseñanzas usando la razón y la sabiduría en vez de una simple fé”. Para los seculares, el recordatorio de que el cristianismo es el producto de dos milenios de creatividad intelectual e innovación, una mixtura de historia y debate teológico, debería ralentizar el ocasional apuro de descartar a los creyentes como supersticiosos o simples personas.

Mientras el sol se escondía en ese Viernes de la ejecución, Jesús parecía ser un fracaso; sus promesas del Reino de Dios no eran más que una retórica provocativa sin poder. Sin importar lo que Jesús haya dicho sobre el sacrificio y la resurrección en su vida, los discípulos claramente no esperaban que Jesús resucitara. Las mujeres de la tumba estaban sorprendidas; confrontado con el Señor aparecido, Tomás no le quiso creer a sus ojos en un principio; al final del evangelio de Mateo, algunos de los discípulos aún dudaban.

Su escepticismo no es sorprendente; La tradición judía de la época no sugería que Dios debería restaurar Israel e inaugurar al Reino de los cielos a través de un hombre condenado que se entregó de manera sumisa a su muerte. Muy por el contrario: El Mesías se supone que combatiría las peleas terrenales para rescatar a Israel de sus enemigos y, aún si este Mesías militar hubiese sido abatido en combate heroicamente, entonces los documentos encontrados en Qumran (comúnmente conocidos como los documentos del Mar Muerto) sugieren que otro Mesías terminaría este acto corrigiendo al mundo. Recreando la expectativa de los judíos del primer siglo, la profesora de la universidad de Boston, Paula Fredriksen escribe: “Como el David estimado en tradición, el Mesías será alguien en quien combinan los valores, el coraje, la justicia , el conocimiento militar, la sabiduría y el conocimiento del Torah. El príncipe de la Paz primero debe ser un hombre de guerra: su deber es el de eliminar por completo a las fuerzas del mal.” No había, entonces, una expectativa judía de un Mesías cuya muerte y resurrección brindase el perdón de los pecados y el ofrecimiento a los creyentes de una vida eterna.

Aún así, un rol de sacrificio es precisamente el que los primeros seguidores de Jesús creían que él había jugado en el mundo. En el Nuevo Testamento, Paulo escribe que Jesús “se entregó por nuestros pecados para salvarnos del mal presente en nuestros días, en concordancia con la voluntad de nuestro Padre”.

¿De dónde vino esta interpretación de la misión de Jesús? Así como los autores del Nuevo Testamento, los creyentes conservadores discuten mucho sobre que Jesús sea el Cristo según las escrituras del Antiguo Testamento-la biblia Hebrea habla sobre un cordero que se sacrifica para perdonar el pecado de Adán. Existe un argumento general que dice que toda la historia bíblica llevó a la crucifixión y resurrección y existen lo que los estudiosos llaman  “textos que prueban” en donde los cristianos encuentran presagios de la vida de Jesús y su misión en la tierra. Sin embargo, cualquiera que lea los textos fuera de la tradición cristiana no necesariamente los interpretan como un prólogo del Nuevo Testamento; los libros bíblicos tienen su propia historia. Pensar que el cristianismo niega el contrato de Dios con Israel va en contra de las enseñanzas apostólicas. La elección de Dios por la gente judía es, en palabras de Pablo, eterna sin importar qué.

La cristiandad le debe los elementos básicos de su credo a la tradición judía; el sacrificio, el Mesías, la resurrección. Hasta la llegada de Jesús, nadie había tejido estos puntos de la manera en que los apóstoles lo hicieron luego de la Resurrección (“Mesías” aparece menos de 40 veces en el Antiguo Testamento y se refiere a un rey de la tierra, no a un salvador de los pecados). El punto importante fue, según lo que Pablo escribió en Corintios, 50 años después de la Resurrección, el siguiente: “Lo que les digo a ustedes es lo que recibí yo, como punto importante, es que Jesús murió por nuestros pecados en concordancia con las escrituras, luego fue sepultado y se levantó al tercer día de entre los muertos…”

Desde el comienzo, los críticos del cristianismo han hallado a la resurrección como una invención teológica. Como parte de la historia, sin embargo, los estudiosos están de acuerdo en que las piezas más antiguas del Nuevo Testamento hablan de que Jesús se levanta de entre los muertos. Primero, la tumba en que el cuerpo de Jesús se sepultó estaba vacía; si no lo hubiese estado los oponentes del cristianismo hubiesen enterrado sus huesos (Mateo dice que los curas del templo trataron de sobornar a los guardias romanos en la tumba diciéndoles que le digan a la gente que los discípulos de Jesús habían venido en la noche y se habían llevado el cuerpo mientras ellos dormían-implicando que el cuerpo ya no estaba en su lugar”.
Fin de la primera parte.
 

sábado, 9 de noviembre de 2013

GOOD HOPE?....YOU WISH!

Ayer por la noche tuve que ir a emergencia de una clínica de buena reputación ya que ella se había accidentado en la ducha. Había caído de lado y el antebrazo le dolía. Rápidamente, agarré la tarjeta del seguro, me puse las primeras zapatillas que encontré y manejé hasta la clínica. Previamente ella había ingerido una pastilla para el dolor pero no funcionaba. Eran las 11 de la noche cuando entramos por ese lugar denominado “emergencias”. Ese lugar que se supone brinda cierta tranquilidad al paciente ya que se entiende que uno va a ser atendido con un poco más de agilidad que aquella persona que entra por la puerta principal. Ouch! El brazo le dolía…así que, por emergencias, ingresamos al local.
Un huachimán se encontraba en la puerta. Nos indicó por dónde debíamos gestionar el tema del seguro y que seríamos llamados a la brevedad posible. Resulta que la brevedad posible fue de media hora. Ella estuvo sentada en diferentes posiciones para que el dolor y la molestia pasaran de un lugar a otro, como queriendo sanar sola ante la ineficiencia del recinto. Salió una enfermera y la llamó por su nombre. Cuando quise ingresar con ella, la enfermera me indicó que sólo los pacientes deben ingresar por la puerta de atención. Ella se fue sola, nadie ofreció una silla de ruedas; menos un calmante. Menos mal había tomado una pastilla antes de salir (a ella le encomendé mi espíritu sarcástico y malhumorado). Sabía que la clínica a la que me había dirigido era buena, muchas personas me lo dijeron;  tal vez era mi mala nube viniéndome a visitar nuevamente.
Acto seguido me senté a esperar en una sala llena de pacientes en espera. Ofrecí el asiento a una persona mayor que yo pero me miró y me dijo que no lo requería ya que había estado sentado bastante tiempo (también esperando). Mientras ella era atendida, me escabullí por la salida para ver el letrero que identificaba a este local como uno que podría cubrir mi seguro, ya que tuve un pequeño escalofrío por la espalda y éste me hizo confundir las letras pensando que había terminado en el Rebagliati o algo así. No; las letras eran claras. Estaba en el lugar en donde debía estar, el más cercano a esa hora, cubierto por el seguro, en el distrito en donde vivo.
Me acerqué donde el huachimán para pedir información. Habían pasado 45 minutos y no tenía mayor información. Me dijo que el no sabía nada. Mire a mi lado y ví un mural que representaba a Jesús ayudando a un paciente. Lo miré una vez más y me dije “Dios...ya vas a terminar con ese paciente? Para ver si ves al mío un ratito.” El huachimán me miró perplejo.
 Entre broma y broma estaba bastante preocupado.
Pasó una hora y ella salió agarrándose el brazo. Cuando la ví me dijo: “Me quiero largar de este lugar. La enfermera me ha tomado la presión y luego vino una doctora que me dijo que iban a tomarme una radiografía. Hace una hora. Y nada.”
Cuando me acerqué al mostrador a reclamar mis “derechos de ciudadano y por eso está la patria así, caramba,devuélvame mi tarjeta del seguro, que se han creído ustedes, cúal es su página de facebook, hombre, que van a saber de mí y muchos blá blá blás más, nos fuimos del local.
Encendí el carro y luego la miré y me dijo sentirse mejor. Gracias, Dios. Cuando el humano no se compadece siempre hay una pastilla salvadora. Y recién hacía efecto. Leí el letrero una vez más.
Good Hope.
“To Whom?!? To those who arrive first?!?”
Buenas noches señores, espero que la próxima persona que entre por Urgencias sea tratada de la manera en que se merece.  Pero, por si acaso, tómense una pastilla para el dolor y siéntense tranquilos a esperar su turno.
“GOOD HOPE” COME TO THOSE WHO WAIT…FOR OVER 2 HOURS?!? DAMN, I´M OUTTA HERE.
Pd: El tipo que me entregó la tarjeta me dijo que no tenían facebook pero, saben qué? Si tienen una página! Mira tú… que bien, no? Consideren a su web como visitada por esta entrada en mi propio blog también.