Ayer por la noche tuve que ir a
emergencia de una clínica de buena reputación ya que ella se había accidentado
en la ducha. Había caído de lado y el antebrazo le dolía. Rápidamente, agarré
la tarjeta del seguro, me puse las primeras zapatillas que encontré y manejé
hasta la clínica. Previamente ella había ingerido una pastilla para el dolor pero
no funcionaba. Eran las 11 de la noche cuando entramos por ese lugar denominado
“emergencias”. Ese lugar que se supone brinda cierta tranquilidad al paciente
ya que se entiende que uno va a ser atendido con un poco más de agilidad que
aquella persona que entra por la puerta principal. Ouch! El brazo le dolía…así
que, por emergencias, ingresamos al local.
Un huachimán se encontraba en la
puerta. Nos indicó por dónde debíamos gestionar el tema del seguro y que
seríamos llamados a la brevedad posible. Resulta que la brevedad posible fue de
media hora. Ella estuvo sentada en diferentes posiciones para que el dolor y la
molestia pasaran de un lugar a otro, como queriendo sanar sola ante la
ineficiencia del recinto. Salió una enfermera y la llamó por su nombre. Cuando
quise ingresar con ella, la enfermera me indicó que sólo los pacientes deben
ingresar por la puerta de atención. Ella se fue sola, nadie ofreció una silla
de ruedas; menos un calmante. Menos mal había tomado una pastilla antes de
salir (a ella le encomendé mi espíritu sarcástico y malhumorado). Sabía que la
clínica a la que me había dirigido era buena, muchas personas me lo dijeron; tal vez era mi mala nube viniéndome a visitar
nuevamente.
Acto seguido me senté a esperar
en una sala llena de pacientes en espera. Ofrecí el asiento a una persona mayor
que yo pero me miró y me dijo que no lo requería ya que había estado sentado
bastante tiempo (también esperando). Mientras ella era atendida, me escabullí
por la salida para ver el letrero que identificaba a este local como uno que
podría cubrir mi seguro, ya que tuve un pequeño escalofrío por la espalda y
éste me hizo confundir las letras pensando que había terminado en el Rebagliati
o algo así. No; las letras eran claras. Estaba en el lugar en donde debía
estar, el más cercano a esa hora, cubierto por el seguro, en el distrito en
donde vivo.
Me acerqué donde el huachimán
para pedir información. Habían pasado 45 minutos y no tenía mayor información.
Me dijo que el no sabía nada. Mire a mi lado y ví un mural que representaba a
Jesús ayudando a un paciente. Lo miré una vez más y me dije “Dios...ya vas a
terminar con ese paciente? Para ver si ves al mío un ratito.” El huachimán me
miró perplejo.
Entre broma y broma estaba bastante
preocupado.
Pasó una hora y ella salió
agarrándose el brazo. Cuando la ví me dijo: “Me quiero largar de este lugar. La
enfermera me ha tomado la presión y luego vino una doctora que me dijo que iban
a tomarme una radiografía. Hace una hora. Y nada.”
Cuando me acerqué al mostrador a
reclamar mis “derechos de ciudadano y por
eso está la patria así, caramba,devuélvame mi tarjeta del seguro, que se han
creído ustedes, cúal es su página de facebook, hombre, que van a saber de mí y
muchos blá blá blás más, nos fuimos del local.
Encendí el carro y luego la miré
y me dijo sentirse mejor. Gracias, Dios. Cuando el humano no se compadece
siempre hay una pastilla salvadora. Y recién hacía efecto. Leí el letrero una
vez más.
Good Hope.
“To Whom?!? To those who arrive first?!?”
Buenas noches señores, espero que
la próxima persona que entre por Urgencias sea tratada de la manera en que se
merece. Pero, por si acaso, tómense una pastilla
para el dolor y siéntense tranquilos a esperar su turno.
“GOOD HOPE” COME TO THOSE WHO WAIT…FOR OVER 2
HOURS?!? DAMN, I´M OUTTA HERE.
Pd: El tipo que me entregó la tarjeta me dijo que no tenían facebook pero, saben qué? Si
tienen una página! Mira tú… que bien, no? Consideren a su web como visitada por
esta entrada en mi propio blog también.
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