viernes, 15 de noviembre de 2013

Jesús, el de la cruz.


Hace mucho tiempo me topé con una Newsweek (revista norteamericana) que explicaba como Jesús se convirtió en el Cristo salvador. He transcrito el artículo para que lo revisen; lo haré en tres partes porque es demasiado largo, aunque bastante interesante desde un punto de vista totalmente objetivo. Habrá quienes estén de acuerdo con él y quienes no pero absténganse a comentar hasta que el artículo esté completo. El artículo fue escrito por Jon Meacham (Newsweek, Marzo 28 del 2005).

Parte I: Cómo Jesús se convirtió en el Cristo Salvador.


La historia, parecía, había terminado. Convicto por sedición, condenado a muerte por la crucifixión, clavado a una cruz en una colina llamada Gólgota, Jesús de Nazareth soportó todo lo que pudo. Según, Marcos, el evangelio más reciente de su época, Jesús, sufriendo y acercándose al final, repitió un verso del Salmo 22, palabras familiares a los oídos judíos del primer siglo; “Mi Dios, mi Dios, por qué me has abandonado?” Hubo un llanto final, sin palabras. Y después el silencio.

¿Por qué me has abandonado? Según los evangelios, ésta era una pregunta para la cual los discípulos no tenían respuesta. En el caos del arresto y la crucifixión, los seguidores de Jesús se habían dispersado. Habían esperado una victoria, no una derrota, aquella primavera en Jerusalén. Si Jesús fue, como ellos creían, el mesías judío, entonces su gran logro hubiera sido la inauguración del Reino de Dios en la tierra, una era marcada por la eliminación del mal, el diseminar de la justicia , la restauración de Israel y la resurrección general de los muertos.

En cambio, ese viernes, justo en el momento en que los discípulos esperaban el arribo de una especie de cielo en la tierra, Jesús, muy lejos de liderar las fuerzas de la luz al triunfo, murió como un criminal. De sus seguidores, solamente las mujeres se quedaron mientras Jesús era desclavado de la cruz, envuelto en un sudario y puesto en una tumba al lado de una colina. Una piedra sellaba aquella tumba y, según Marcos, justo después de que el sol se ponga dos días después, María Magdalena y otras dos mujeres estaban en camino de ungir el cuerpo de Jesús con especias. Sus preocupaciones fueron prácticas y ordinarias: eran lo suficientemente fuertes para mover la piedra a un lado? Mientras se acercaban, sin embargo, vieron que la tumba estaba abierta. Intrigadas, entraron y un joven en una manta blanca-no Jesús- sentado al lado de la tumba dijo: “No se sorprendan; están buscando a Jesús de Nazareth, quien fue crucificado. Él se ha levantado; Él no está aquí, miren el lugar en donde se encontraba”. Absorbiendo estas palabras, las mujeres, según Marcos, “salieron de la tumba ya que el asombro las llenó; y no le contaron nada a nadie porque estaban asustadas”.

Y así, comienza la historia del Cristianismo- en confusión, no con claridad; con misterio, no con seguridad. Según el evangelio de Lucas, los discípulos al principio, trataron  la notica de la tumba como un cuento y no les creyeron a las mujeres. El evangelio de Juan dice que los seguidores de Jesús todavía no sabían que Jesús se levantaría de entre los muertos.

Para muchos seguidores de la iglesia representar a la Pasión, contemplar la cruz y celebrar la Resurrección, la fé puede parecer constante y monumental, cómodamente sin cambio alguno de era a era. En una encuesta de Newsweek 78% de norteamericanos creen que Jesús resucitó entre los muertos; 75% de los mismos creen que Jesús fue enviado a la tierra para absolver a la raza humana de sus pecados. 81% dicen ser cristianos; son parte de la que aún es la fé más grande del mundo con 2 billones de creyentes o 33% aproximadamente de la población de la tierra.

Sin embargo el camino de Gólgota hasta Constantino, el emperador del cuarto siglo cuya conversión aseguró la supremacía de la Cristiandad en el Oeste, fue todo menos simple; el surgimiento de la fé, como  dijo el Duque de Wellington sobre Waterloo fue: “lo más cercano a Jesús que he visto en mi vida”. De la Pasión, a la Resurrección hasta la naturaleza de la Salvación, los principios básicos de la Cristiandad estaban en sintonía de generación en generación mientras los creyentes se esforzaban en comprender la misión de Jesús.

Jesús es un nombre, Cristo es un título. Sin la Resurrección, es virtualmente imposible imaginar que el movimiento de Jesús de las primeras décadas del primer siglo hubiesen durado tanto. Una pequeña banda de devotos podrían haber guardado el nombre en vivo por un tiempo, inclusive insistiendo en su identidad como el Mesías, llamándolo Cristo, pero el grupo hubiese sido solo una de las tantas sectas en el Judaísmo del primer siglo, un mundo aplastado por la guerra cataclísmica con Roma del 66 al 73 después de Cristo, un conflicto que resultó en la destrucción de Jerusalén.

Así que,  ¿cómo exactamente el Jesús de la historia, a quien muchos en su propio tiempo veían como un profeta falso, es visto ahora por billones de personas como el Cristo salvador? ¿Y por qué el Cristianismo triunfó donde muchas otras religiones y movimientos espirituales fracasaron?

Las preguntas tienen más de 2000 años, y sin embargo, en una sociedad culturalmente dividida como la nuestra, un tiempo  en donde los devotos se sienten asediados y los incrédulos se sienten cercados, una reconstrucción del viaje de Jesús, de profeta judío al Salvador de los cristianos sugiere que la fé, como la historia, es casi siempre más complicada de lo que aparenta. Para los religiosos, la lección es que aquellos más cercanos a Jesús aceptaron muy poco a ciegas y, en las palabras del Origen de Alexandria, un padre de la iglesia de los primeros tiempos, “es mucho mejor aceptar las enseñanzas usando la razón y la sabiduría en vez de una simple fé”. Para los seculares, el recordatorio de que el cristianismo es el producto de dos milenios de creatividad intelectual e innovación, una mixtura de historia y debate teológico, debería ralentizar el ocasional apuro de descartar a los creyentes como supersticiosos o simples personas.

Mientras el sol se escondía en ese Viernes de la ejecución, Jesús parecía ser un fracaso; sus promesas del Reino de Dios no eran más que una retórica provocativa sin poder. Sin importar lo que Jesús haya dicho sobre el sacrificio y la resurrección en su vida, los discípulos claramente no esperaban que Jesús resucitara. Las mujeres de la tumba estaban sorprendidas; confrontado con el Señor aparecido, Tomás no le quiso creer a sus ojos en un principio; al final del evangelio de Mateo, algunos de los discípulos aún dudaban.

Su escepticismo no es sorprendente; La tradición judía de la época no sugería que Dios debería restaurar Israel e inaugurar al Reino de los cielos a través de un hombre condenado que se entregó de manera sumisa a su muerte. Muy por el contrario: El Mesías se supone que combatiría las peleas terrenales para rescatar a Israel de sus enemigos y, aún si este Mesías militar hubiese sido abatido en combate heroicamente, entonces los documentos encontrados en Qumran (comúnmente conocidos como los documentos del Mar Muerto) sugieren que otro Mesías terminaría este acto corrigiendo al mundo. Recreando la expectativa de los judíos del primer siglo, la profesora de la universidad de Boston, Paula Fredriksen escribe: “Como el David estimado en tradición, el Mesías será alguien en quien combinan los valores, el coraje, la justicia , el conocimiento militar, la sabiduría y el conocimiento del Torah. El príncipe de la Paz primero debe ser un hombre de guerra: su deber es el de eliminar por completo a las fuerzas del mal.” No había, entonces, una expectativa judía de un Mesías cuya muerte y resurrección brindase el perdón de los pecados y el ofrecimiento a los creyentes de una vida eterna.

Aún así, un rol de sacrificio es precisamente el que los primeros seguidores de Jesús creían que él había jugado en el mundo. En el Nuevo Testamento, Paulo escribe que Jesús “se entregó por nuestros pecados para salvarnos del mal presente en nuestros días, en concordancia con la voluntad de nuestro Padre”.

¿De dónde vino esta interpretación de la misión de Jesús? Así como los autores del Nuevo Testamento, los creyentes conservadores discuten mucho sobre que Jesús sea el Cristo según las escrituras del Antiguo Testamento-la biblia Hebrea habla sobre un cordero que se sacrifica para perdonar el pecado de Adán. Existe un argumento general que dice que toda la historia bíblica llevó a la crucifixión y resurrección y existen lo que los estudiosos llaman  “textos que prueban” en donde los cristianos encuentran presagios de la vida de Jesús y su misión en la tierra. Sin embargo, cualquiera que lea los textos fuera de la tradición cristiana no necesariamente los interpretan como un prólogo del Nuevo Testamento; los libros bíblicos tienen su propia historia. Pensar que el cristianismo niega el contrato de Dios con Israel va en contra de las enseñanzas apostólicas. La elección de Dios por la gente judía es, en palabras de Pablo, eterna sin importar qué.

La cristiandad le debe los elementos básicos de su credo a la tradición judía; el sacrificio, el Mesías, la resurrección. Hasta la llegada de Jesús, nadie había tejido estos puntos de la manera en que los apóstoles lo hicieron luego de la Resurrección (“Mesías” aparece menos de 40 veces en el Antiguo Testamento y se refiere a un rey de la tierra, no a un salvador de los pecados). El punto importante fue, según lo que Pablo escribió en Corintios, 50 años después de la Resurrección, el siguiente: “Lo que les digo a ustedes es lo que recibí yo, como punto importante, es que Jesús murió por nuestros pecados en concordancia con las escrituras, luego fue sepultado y se levantó al tercer día de entre los muertos…”

Desde el comienzo, los críticos del cristianismo han hallado a la resurrección como una invención teológica. Como parte de la historia, sin embargo, los estudiosos están de acuerdo en que las piezas más antiguas del Nuevo Testamento hablan de que Jesús se levanta de entre los muertos. Primero, la tumba en que el cuerpo de Jesús se sepultó estaba vacía; si no lo hubiese estado los oponentes del cristianismo hubiesen enterrado sus huesos (Mateo dice que los curas del templo trataron de sobornar a los guardias romanos en la tumba diciéndoles que le digan a la gente que los discípulos de Jesús habían venido en la noche y se habían llevado el cuerpo mientras ellos dormían-implicando que el cuerpo ya no estaba en su lugar”.
Fin de la primera parte.
 

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