lunes, 7 de febrero de 2022
El problema que encuentro con la lectura física de cualquier texto o libro no solamente radica en el espacio ocupado si no en que, al interiorizar el contenido, ese libro se hace parte de tí. Empiezas a crear una fórmula que te persigue hasta el final, llena de gustos y manías al leer. Luego, al tratar de crear una breve reseña de lo aprendido, te das cuenta que lo que tomó horas, días y hasta años, puede ser resumido en un simple párrafo. Uno podría pensar que esto es una pérdida de tiempo impresionante pero el hecho es que al llevar el libro marcado a tu manera, con apuntes o selecciones de páginas de alto contenido para el alma y luego depositarlo en la estantería personal (si merece estar allí es porque podría haber una relectura de éste) este artículo cobra una dimensión hasta hace muy poco desconocida. Alimenta tu forma de pensar, de ver, de actuar.
Un libro puede generar al ser humano. Hacerlo bueno; hacerlo malo. Todo depende de qué lectura tomes como guía de vida. Dime qué tipos de libros lees y te diré quién eres. Si los he leído, claramente. Muchos autores escriben sobre diversos temas y no todos son de mi interés. Pero debo decir que un tipo con una biblioteca surtida genera en mí cierta admiración mientras mis ojos recorren la surtida biblioteca en busca de algún ejemplar leído para tener el primer punto de encuentro de la tertulia. Todo se hace más ameno y divertido porque alguna frase sacada de algún libro dicha en viva voz denota y muestra el alma del lector como pocas cosas lo hacen. La desnudez del alma en un título tan fuerte como "Los Miserables" de Victor Hugo o "Crímen y Castigo" de Fedor Dostoievsky.
Y tú, qué lees?
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