“Cuando compuso una canción para ti
Paul McCartney?”
“Mmmmm…nunca.”
“Ah! Ya ves? No hay ninguna
canción con tu nombre….en cambio, a mí sí me compuso una canción. “Uncle
Albert/Admiral Halsey”…luego Alberto subía el volumen cada mañana cuando trabajábamos
juntos.
El tío amaba la música y más a
los Beatles. “No habrá nadie nunca como ellos. Y yo lo viví, primera
generación, cada canción que sacaban y luego en sus etapas de solistas, un real
fenómeno.” En esos momentos, agarraba sus muletas y las hacía bailar y sacudía
su pelo largo a los cincuentaypico años y cantaba todas las canciones en un
inglés perfecto (british accent) para ponerse a liquidar la caja diaria de la
compañía. Siempre era un gusto llegar a trabajar a una avenida peligrosa y
fea, para poder reírnos de alguna tontería diaria. Por la tarde, después de los
días de paga, nos invitaba a un grupo seleccionado de personas a ir a su casa en
Miraflores para poder escuchar vinilos y tomarnos un ron.
El cojo siempre te hacía reír y
era un tipo macanudo. Había sido amigo de mis padres (y de su edad) y ahora era
amigo de los más jóvenes, de los hijos, ya que el espíritu de juventud no lo perdió
nunca. Siempre con una broma en los labios, cuando caminaba con esas muletas
viejas, pero “old-fashioned american muletas, huevón, no te burles, que tú no
tienes. Es la envidia la que te hace hablar así.” Luego nos reíamos del chiste
y salíamos a conversar de música por horas de horas. El pata era una
enciclopedia: Jethro Tull, Jefferson Airplane, Genesis con la etapa de Peter
Gabriel…y luego pasaba a Mocedades, José José y …hasta ahí nomás llegaba; los
demás, según él, eran unos pelotudos y cabros.
Venía él de una familia de mucho
dinero y había sido criado a la antigua. Choleaba a cualquiera porque él tenía
el pelo largo y lacio y era blanquísimo porque “mi mamá me hizo con mucho
cariño, nomás se olvidó de las piernas jajajaja” decía. Pero la verdad es que
había sufrido polio de muy pequeño. Recuerdo alguna vez en que entré a trabajar
temprano (él siempre llegaba primero que nadie) y estaba feliz porque ese día
había muerto su hermana y le había dejado algo de plata. El pata tenía una
bipolaridad bárbara pero siempre estaba dispuesto a ayudar a quien le caía
bien. Me contó que alguna vez mi padre, quien en esa época recién salía con mi
madre, fue a buscarla a su casa y él llegó y como Albert no sabía quien era le
tiró la puerta en la cara. Muchos años más tarde era mi padre quien le daba la
mano y trabajo fijo. “Así es la vida” – me decía avergonzado- “da vueltas, y si
da vueltas entonces bien por los gordos que ya tienen esa contextura. (¿!) Pero
a mí la vida me dió con palo en las piernas. Ahora me porto bien con todos los
que lo merecen…y cuando puedo. O quiero.” Esa era su manera de ser agradecerle
a la gente. “Hay que trabajar fino para que el día pase rápido y poder irme
temprano que hoy me toca karaoke.” Al siguiente día venía a trabajar con la
pierna rota porque se había caído del karaoke cantando “Granada”. Irónico, pero
cierto.
Dejamos de trabajar juntos cuando
yo me fui a estudiar; luego lo veía poco pero cada vez que nos encontrábamos nos
reíamos de alguna locura que había cometido y hablábamos más de los Beatles.
Poco a poco, le fuí haciendo y grabando muchas canciones inéditas o temas que
me pedía especialmente y se los mandaba a la oficina cuando podía. Siempre hubo
un respeto y amistad que se convertía en las palabras de nuestra banda favorita
de todos los tiempos.
Un buen día me llamó desde su
casa. Quería dejarme todos sus discos de vinilo para que haga con ellos lo que
quiera. Toda su colección de los Beatles y de Paul. Cuando le pregunté por qué no
se la dejaba a su hijo me dijo tajantemente que en mis manos estarían mucho,
mucho mejor. Le agradecí con un fuerte abrazo y me dijo: “ya, ya que para estas
mariconadas yo no soy bueno. Salúdame a toda tu familia. Pásala bien y tómate
un trago en mi nombre.”
Me quedé con los discos que más valoraba; los
limpié y los puse dentro de mi colección. Algunos tienen su nombre. En la
portada del Pepper se autodibujó porque faltaba
él al costado de John…
Sé que ahora está en un asilo y
vive feliz.
No reconoce a nadie. No lo he vuelto a ver. Porque él me lo pidió, porque eso es lo que
quería, por amor al rock´n´roll, porque no se muera nunca la música que nos
alegraba la tertulia y las bromas.
“I´m so sorry ….Uncle
Albert.”
Sólo
quería decirte que muchos años después de vernos por última vez, alguien me puso el apelativo de “Halsey”. Una
coincidencia increíble, pero cierta. Entonces, ahora sí, igual que a ti, Paul
canta para mí. Y los dos estamos en la misma canción.
JC
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