“Bienvenidos…” -se materializó un gato gordo- “Alicia, querida Alicia después de tanto tiempo…”. Ella hizo un ademán de saludo y el gato respondió bajando la cabeza. Luego miró hacia mi lado y me dijo: “Hola pequeño…y tu nombre es…?”
“Soy Alonso. Mi nombre significa nobleza y preparación. Primo de Alicia desde muy niño…es un gusto.” Ellos rieron de manera bondadosa y me sentí bien alrededor de estos personajes medio raros. El gato nos dio de beber una taza de té y nos contó que era lo que nos esperaba pronto.

“Lo estaba” – contestó Alicia –“Y me imaginé algo como esto. Por eso me deprimía y terminé en un asilo mental…estaba muy frustrada y no podía salir…y ahora esto. No es justo. Cómo está él? Ha pasado tanto tiempo pero igual lo recuerdo perfectamente. También era mi amigo.” El gato y el conejo se miraron y el gato desapareció. El conejo se acercó a Alicia y le dijo: “Lo hemos perdido. Hace mucho tiempo. No parece reconocer nuestra amistad. Y nos busca siempre. Si nos encuentra…” Luego se asustó y me miró y nos dijo: “Por eso necesitamos su ayuda!” Ustedes son los únicos que pueden ayudarnos a desbalancear el balance porque mi reloj marca ya las 4! Estamos tarde! Estamos temprano! Corramos hacia todo! Refugio en otro lado! REFUG…”
Alicia abrazó al conejo y éste se calmó. “Todo va a estar bien” -dijo ella. “Tranquilo. Debemos trabajar juntos y eso es lo que haremos. Pero, ¿cómo podemos ubicarlo?”
El conejo dio un brinco y dijo: “Yo sé! Yo sé! Pero el camino es difícil porque está bien resguardado y se presentan las cosas más inverosímiles…pero te ayudaré igual. Es mi deber de conejo!”.
“Yo también!” –dije yo. Ella sonrió.
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En el cristal donde nos escondimos habían todo tipo de cosas. Cartas gigantes rotas, flechas, arcos, almohadas hechas de hojas de parra, pociones, relojes que cantaban la hora al revés, y casas de muñeca. De repente, de una de éstas salió una especie de hada que iluminaba el refugio mientras todos dormían…me miró y me dijo “Llévame contigo pero no le digas a nadie”. Yo me asusté. Inmediatamente fue volando donde dormía Alicia, la vió bien y luego regresó hacia mí. “No tengas miedo solo llévame contigo a la hora de marchar.” Yo no contesté nada pero me fui durmiendo y el hada se metió en un pequeño bolsillo de mi camisa y descansó su luz sobre mis sueños.
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