lunes, 16 de enero de 2012

Historia (ficticia?) de Camelot...o, listo el pollo.

Mi padre solía sentarse en la cabecera de mesa a degustar platos que me explicaba con una mezcla de pasión y expertise.  Nos remontaba a mis hermanos y a mí a las épocas remotas, cuando vivía en un pueblito de la sierra y yo siempre admiraba esa memoria suya, como si lo sucedido hace mas de 50 anos lo hubiese vivido el día de ayer.
"El truco esta en aprender a comer la pata de la gallina que está llena de proteínas" - decía. "después de eso, una coca colita y todo perfecto en el estómago y en el corazón". Ante mi cara de desprecio por semejante plato que nada tenía que ver con mi estándar de manjar, el reía y me recordaba que ese era uno de mis platos favoritos cuando la abuela lo preparaba y yo casi lo había borrado de la memoria. Mis hermanos menores reían socarronamente y yo estaba un poco avergonzado pero si hay alguien que pesa más que un hermano mayor en la línea familiar es, por supuesto, el padre así que no les llamé la atención por más que me empezaba a sentir acalorado.
Reí con ellos en la que ya se había convertido la mesa de almuerzo perenne y mi madre me vio de reojo mientras me indicaba que las cosas cambian...pero que la esencia es la misma al final asi que come tu pata nomas hijito. Al finalizar el comentario, la risa histérica de mis hermanos todavía resuena en mis oídos.
- Seguro que también tragabas plumas porque paras volando...- musito el segundo. Otra explosión de risas entre todos mientras yo deseaba que ya llegue el postre para que no me agaren de punto toda la tarde.
Clásico acontecimiento de la buena mesa latinoamericana: ésta desarrolla vivencias como pocos artículos de la casa lo hacen y las patas de madera o fierro aguantan pesados manjares que invitan a la conversación amena o culta en sociedad; invitan también, a las discusiones, a las peleas de comida, a las caras largas, a las sonrisas intensas cuando sirven el plato que uno quiere. Muchas veces damos por sentado que la comida caliente, la familia y la buena mesa están siempre esperándonos. Muchas veces no nos damos cuenta de lo equivocados que estamos y para mi todavía es un honor ser parte de una familia que cree en los valores y las historias familiares en la mesa.
La mesa redonda del reino de Camelot existe y está siendo usada actualmente en mi casa por mi familia. A tu salud Rey Arturo!

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