martes, 7 de febrero de 2012

No es porque te tenga miedo...solo me quiero arreglar!

Hola. Que tal. Hoy no vamos a hablar de libros ni cómics. Tampoco de Beatles ni música ni de algún interés común entre tú y yo. Siéntate aquí a ver si nos entendemos cuando termine de explicarte ciertas cosas. Puede ser que estés de acuerdo. Puede que no. Pero eso no importa, lo que importa es que entre los dos pensemos cómo hacemos, que plan tendremos, cómo actuaremos y que diremos cuando nos llamen.
Por mi parte, tanatofobia no tengo así que todo bien. Siempre y cuando me pase a mí no me interesa lo más mínimo la verdad. Los que están a mi lado cuidados están y todo va seguir como si no hubiese pasado nada a la semana de enterados de mi súbita partida. Como es lógico, porque ni al más famoso artista se le lloran lágrimas cuando las cámaras de televisión no están presentes. 
Obviamente lo único que nos queda es hacer las paces con nosotros mismos pero…que difícil tarea! Porque personajes cómo Ciro Alegría aún esquivan las causas de fallecimiento pero no el acto propiamente dicho. Bueno, es que nadie puede. A todos nos toca en algún momento no? Ese es la broma de vivir. Cuando tienes la respuesta de todo, viene el infarto o lo que nos dé, nos quita el habla y nos manda a algún otro lugar dependiendo de la religión que profesemos. En lo particular, si el alma se va del cuerpo a la hora de morir entonces una cremación a este cuerpo mío no está del todo descartada. Es más… la apoyo.
Pero he encontrado una suerte de paz y te la quiero contar para que recuerdes que un consejo siempre es bienvenido, sobre todo si lo practicas y te sirve. Lo primero es encontrar esa elusiva copia de Disney en la cual retrata a su manera el cuento de Ebeneezer Scrooge. Recoge los datos, procésalos y descansa ese día. Porque al día siguiente lo más recomendable es que tomes el bus, agarres el carro y, sin previo aviso, visites a aquella persona a la que debes de pedirle perdón. De nada vale sentarnos a esperar a que los otros vengan a pedirnos perdón por el daño que nos hicieron porque, recuerda, en este cuento nos vamos los dos mañana y no tenemos el tiempo necesario para esperar porque todo el mundo sigue de manera normal con su vida. Y por qué no? Te impresionaría saber que, por más que los demás sepan que nos vamos mañana, no se detendrían mucho tiempo en pensar en nosotros.
La idea es tratar de dejar una huella; pero que sea positiva, no? Y ,a veces, la vida nos trae tantas sorpresas que no podemos hacer el bien a todos los que no rodean (porque si no seríamos unos hipócritas, eso de estar regalando sonrisas a tanto despistado o hijo de puta que se nos cruza no va conmigo), y bueno…felices los que pueden porque todos tenemos una fórmula diferente de pasar esta vida y algunos empujan más fuerte que otros con tal de llegar a tener lo que quieren. Y la verdad es que, cuando he sentido el más mínimo roce he volteado sin pensarlo dos veces y he tirado la primera trompada sin saber quién había empujado y por qué razón y eso ha hecho que no sea la persona más simpática de esta tierra. Pero al terminar los empujones sentí una especie de vacío al ver al contrincante derrotado.
Si hacer elogio a la locura (ni citar a Rotterdam) me gustaría que podamos ser Perséfone alguna vez; poder regresar del inframundo al lado de nuestros seres queridos y quienes nos engendraron solo para abrazarlos cada vez que cambien las estaciones. Ese pacto entre Hades y Zeus me parece interesante siempre y cuando el viaje no sea tan trágico y que abajo no haya tanto calor.
Bueno pero me fui de tema….en que estábamos? Ah sí! En dejar una huella positiva. Bueno sé que no soy el mejor ejemplo pero no retiro lo dicho ni lo vivido pero sé que tú si vas a poder hacer lo que yo no pude y vas a poder descansar mejor cuando nos vayamos. Uno siempre tiene la escusa perfecta para no irse porque hay hermanos que cuidar (que ya se cuidan solos), gatos que alimentar (totalmente independientes) cuotas que pagar (seguro de gravamen y listo), personas que visitar….aja!...personas que visitar.
Ahí si pues, esto es de lo que hablaba al comienzo. Las personas que no me esperan, aquellas que nunca me perdonaron, a las que hice tanto daño, aquellas que me odian (o pienso que me odian) a ellos tengo que visitar. Tocar la puerta de frente y, si recibo un portazo por lo menos sé que fui y me presenté, que no huí como cobarde y que el portazo, si se dió después de tantos años, por algo será.
Es cierto que cada vez que la pálida visita a alguien conocido nos aliviamos al pensar que no fuimos nosotros. Ahí está mi gran héroe George Harrison diciéndole a Tom Petty cuando murió Roy Orbison de los Traveling Wiburys: “No estás contento de no haber sido tú?” Puedo imaginarme la risa de Tom por más que sé que los dos estaban muy dolidos por la partida de su gran amigo.
Y, pienso yo, a la muerte hay que encararla con un poco de sarcasmo e inclusive humor ya que es lo único que estoy seguro nos pasará a todos en algún momento: a los que me odian, a los que me quieren, a los que no me entienden. No te da un poco de alegría saber que también le sucederá a personajes asquerosos de la televisión y a un sinfín de políticos gordos? A mi sí. No se los deseo pero cuando les llegue, si es antes que a mí, diré…”por fin!”
Bueno, un placer haber estado contigo de verdad, pero ahora te dejo con tu vida porque tengo muchas puertas que tocar antes de irme a dormir. Y si mañana no despierto no te olvides de alimentar a los gatos y regalar todas mis cosas porque siempre hay alguien que va a necesitar un Nintendo y un par de revistas pornográficas. Solo estate bien seguro que a quien se lo regales no sea un político por favor.
Me pagas el café? Mira que mañana te lo pago sí o sí….no?  Chau.

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