miércoles, 26 de julio de 2017

Llegué a casa temprano ese martes por la tarde porque había caído en cuenta que pronto tendría la visita de mi suegra y eso me dejaba poco espacio para poder relajarme en el cuarto que acondicionaba religiosamente todos los años para ella en fechas festivas. Coraline balbuceó esas palabras harto conocidas en Diciembre: “Viene mi madre. Ya sabes qué hacer con tus muñequitos y revistas.”
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“Bueno, hablé con Jenkins y me dijo que podíamos ir a averiguar si hay viejas autopartes y artefactos antiguos en el vecindario donde está ubicada la mansión. Hemos tenido suerte antes en las zonas aledañas así que su respuesta fue inmediata. Le pregunté qué tipo de autopartes era en las que más interesado estaba y me contestó que de todo, desde bujías hasta placas decorativas ya que en un negocio de venta de autos de segunda mano todo sirve hasta que se cae. Cuando me retiraba, le pregunté si alguna vez había escuchado alguna historia sobre la vieja mansión que se ubicaba en la zona en la que íbamos a tratar de comprar repuestos usados. Me contestó con cara de “qué sigues haciendo aquí, estamos perdiendo dinero” así que salí inmediatamente.”
“Ok entonces” – soltó un entusiasmado Patrick, “nos vamos. En tu carro o en el mío?”
“En ninguno”-contesté. “Nos vamos en el metro. Así tendré tiempo para leer nuevamente ese periódico tuyo, lo tienes aquí verdad?”


Collins estaba seguro de que hoy era el día de su gran triunfo. Había esperado lo suficiente, había ahorrado un poco más de la cuenta. Bebió su café de madrugada pero esta vez le echó 2 cucharadas de azúcar. “Perfecto, perfecto”- pensó. El banco estaría abierto en sólo unas horas y el estaría listo para ser dueño de una vieja casa que nadie quería, que no se había vendido en años, que necesitaba demasiada plata en refacciones y que no ameritaba esfuerzo alguno de ninguna constructora para poder invertir en ella. Ésa era la obsesión de un sujeto que no gustaba de hablar, de compartir o de contestar a las preguntas que se le hacían. La felicidad estaba a sólo unas horas. El traje estaba listo para ser usado y la noche empezaba a convertirse en un día plenamente gris y maravilloso. Miro al lado de su taza de café y, detrás de la vieja silla, se encontraba un recorte de periódico enmarcado. En letras grandes se leía “Meteoro descubierto en vieja casona”. Sonrió y saboreó nuevamente un glorioso café.


“Alguna vez les conté sobre mi papá? El siempre leía estos libros de ciencia ficción con una cerveza helada y tenía muchos en una colección que poco a poco fue haciendo. Recuerdo que las portadas de las revistas eran fascinantes, llenas de alienígenas y monstruos y cosas así, que se yo, era solo un crío y me encantaba verlas. Aunque no leí ni uno de esos libros. Cuando el murió, heredé todos los libros y los mantuve en casa por varios años hasta que los vendí a “Near Mint” y..qué irónico. Ahora trabajo allí con ustedes, holgazanes. Je.”
Le echamos la mirada cómplice y prosiguió: “Recuerdo un libro que me llamó mucho la atención, en la portada se veían unos tentáculos que se movían por sí mismos y aterrorizaban a una población que salío despavorida por la calle. Bueno la cuestión es que les menciono esto porque quería saber si alguno de ustedes alguna vez vió esta colección cuando eran pequeños, hace como 30 años de esto….”
“Sí, la recuerdo!” – dijo Patrick- “No exactamente el número que mencionas pero yo ví varios ejemplares a la venta cuando era chico y leí uno que otro número de ellos y, es más, hasta alguna vez les escribí saludándolos y pidiendo que la publicación sea más seguida…eran excelentes! Aún conservo uno que otro ejemplar en casa, si quieres te los presto…”
“Eso sería genial! Bueno…estamos cerca del lugar…todos listos con sus antorchas y máscaras?”

Nos reímos y bajamos tan pronto frenó el bus.

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