Desmitificando al coleccionista empedernido:
Habían anunciado la convención del comic numero 50 y yo estaba más que feliz de llevar a mis sobrinos a que conozcan a sus estrellas en persona. Habían transcurrido mas de 30 años desde que fuera por primera vez a conocerlos y la verdad que recuerdo lo espectacular de la ocasión, salí con gorras, polos y más merchandising de lo que un chico soñara tener; pensaba repetir el plato con mis sobrinos y, tal vez, llevarme algo de antaño para mi colección personal. Mientras Kike solo hablaba de lo fabuloso que sería estrecharle la mano a Spider-man y Cristina que quería tomarse una foto con la mujer maravilla, yo disfrutaba de comprar unos hot dogs en la cola (que era interminable).
Por fin! Llegamos a la entrada y nos saluda Thor (un poco subido de peso y con una cerveza en la mano) y me sacó de cuadro terriblemente cuando le pregunté si la cerveza estaba muy fría y me contestó con en eructo que todavía tengo clavado en el cerebro y que hasta la fecha no me deja respirar totalmente bien. Los chibolos ni que decir, se quedaron pasmados y cuando Kike le ofreció una menta, el salvaje de Asgard casi se lo come vivo, que qué cuernos se creía, que él en su época había matado más niños de los que pudiera encontrar en pedofilia.com y que la bendita menta se la haría tragar por un orificio que no se usaba realmente para comer. Los agarré fuerte de la mano a los dos y mientras me alejaba del Dios del trueno lo escuchaba gritar “Por Odín, Asgard, Loki y todas esas leyendas que me engordaron el bolsillo en su época!” – acto seguido se tomaba la cerveza mientras le señalaba a otro fan donde podía comprarle un “sándwich de Thorizo”.
Luego, caminando por el segundo pasillo nos topamos con esa bestia verde que se molestaba por todo y que empezaba a saltar cada vez que quería escapar de las bombas, proyectiles y demás cosas inventadas por el hombre para protegerse del hombre que vive al lado: Hulk. Aunque bien entrado en años y nada furibundo nos dijo, en ésa su característica manera de hablar si queríamos helado. “Helado?” preguntó. “No, gracias.” Fue nuestra respuesta.
“HELADO?!? HELADO?!? HELADO!?!” empezó a impacientarse por lo que le dije que sí, que me diera un helado. Acto seguido el mamut verde se puso una gorra de cheff, se fue detrás de su maquina expendedora de helados y sirvió un helado de menta (era el único que tenía asumo que por el color). Cuando le pagué los 2 dos soles sonrió y acto seguido se comió el bendito helado frente a nosotros y cuando le pedí el vuelto el tarado empezó a girar sobre su eje riéndose. A medida que me alejaba creo que de mongo no tenía nada y que lo que en realidad estaba haciendo era burlarse de mí.
De repente llegamos al toldo donde se encontraba el grande, el primero, el único…SUPERMAN! Manya el hombre de acero! De acero, de hacer..oraparairaotrolado. Muy amablemente y sin que le pregunte nada me preguntó por el nombre de los chicos. Kike y Cristina respondí mientras el garabateaba en una revista de 1938 algo. Se las entregó con muchas paciencia y tosiendo de más y con mirada furtiva detrás de los lentes (“son para cubrir mi identidad” – recalcó) me dijo: son 5,000 soles. “QUEEEEÉ?!? 5,000 SOLES? ESTÁ USTED LOCO?!?” Me miró impávido mientras empecé a notar como sus ojos – detrás de los lentes – empezaban a tener un colorcito rojito bien bonito, bonito. Luego me dijo “Esta bien; siempre he luchado por la paz y la justicia asi que son 500 soles nada más”. Pagué y me largué mientras me daba cuenta que la edición del 38 que había firmado era una copia burda del original y al ojear las páginas internas se leía como primera viñeta a Condorito y todas la viñetas en las que aparecía tenían un logo con una “s” (a veces “z”) dibujadas con finepen.
Tomando un respiro de mis héroes de antaño Cristina se puso a gritar a viva voz “Mira! Es ella! ES ELLA!” Cuando subí la mirada vi a la mujer maravilla, esbelta, preciosa como siempre con el lazo en las caderas hablándole a otros niños sobre la importancia de decir la verdad y de sus constantes viajes a las tierras donde habitan Amazonas cuidadas y entrenadas por su madre Hipólita. Fuimos rápido hacia allá y mis esperanzas se fueron renovando mientras me iba acercando y Cristina saltaba de alegría mientras con sus dedo me indicaba que le tome una foto.
“Foto? Quieren una foto?” indicó la mujer maravilla. “Abuela esta gente quiere una foto con la mujer Maravilla!” grito la joven y, de repente, hubo un sonido raro y de la nada empezó a bajar los escalones de su jet invisible la mujer maravilla. La verdadera. “Son 120 soles cada uno mas 30 soles para la comida de mi perro”. Miré a los muchachos señalando a la dichosa mujer maravilla y diciéndoles “¡¿En verdad quieren una foto con ella…?!?!” Y los dos malditos me dijeron que si con sus lindas cabecitas de arriba abajo mientras la señora maravilla me indicaba que la nostalgia dura para siempre. Le tomamos la foto, le compre la comida a su perrito y acto seguido se subió al avión riéndose fuerte en donde nadie más la vió. Hasta que quisieran tomarse una foto supongo.
“Más rápido Robin! Más rápido! Lo ví por allí!” vi pasando bastante lento a Batman y Robin persiguiendo a su propio héroe de infancia Mickey Mouse. Ante el ímpetu de seguirlos decidí que mejor sería acompañar a los muchachos a ver al trepamuros.
Y…claro. El trepamuros. Mi héroe de infancia. Con pañales, suero y al costado de la posta (porsiacaso pase algo). Kike se acercó y le preguntó si debajo de la máscara era Peter Parker a lo que el dijo que no lo recordaba porque hacía años que no se sacaba el traje ni la máscara. Cuando Kike le preguntó por el Duende Verde, Spider-man le contestó: “Quién? Ah …sí! El duende VERDE! Sí..está un poco más lejos, ya te lo pasaste, pero ten cuidado porque te vende helados y después se los come todos…y ni le pidas vuelto!” Kike le indicó que se estaba confundiendo de personaje que ese era Hulk minetras el trepamuros lo interrumpía por un minuto para poder deshacerse de un poco de líquido. TWHIIIPP! Sonó el lanzarredes que me dio la impresión que botaba algo más que solo telarañas porque lo apuntó hacia el wáter que estaba dentro de la posta. “Un poco turbia y amarilla esa red no?” le dije. “Si.” Y riéndose como viejito me dijo “Pero no se lo digas a Thor…yo que él no tomaría esa cerveza..”
Cuando llegué a casa mi vecino me preguntó que como nos había ido que si valía la pena ir. Sin responder entré a la casa y salí con las manos llenas de toda mi colección que le regalé sin pensarlo dos veces.
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